CÉSAR VALLEJO. 117 años de su nacimiento


Convicto y confeso socialista, poeta, escritor, novelista, dramaturgo y periodista revolucionario del siglo XX. Planteó las cuestiones apremiantes de la vida humana en la creación artística dentro de la experiencia colectiva. No dudó en luchar contra dictaduras de América y Europa.


Nace el 16 de marzo de 1892, en Huamachuco, La Libertad. Es menor de doce hermanos; mantuvo la ilusion familiar, de ser religioso, por ello se explica la presencia en su poesía del vocabulario bíblico y litúrgico.

Hizo estudios en el Colegio de San Nicolás de Huamachuco, completando su secundaria en 1908. En 1910 se traslada a Trujillo, donde de inscribe en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de la Libertad. Al año siguiente se traslada a Lima, con la intención de estudiar medicina, pero lo abandonó.

En 1915, después de obtener el título de bachiller en letras, inició estudios de Filosofía y Letras en la Universidad de Trujillo y de Derecho en la Universidad de San Marcos de Lima, pero abandonó sus estudios para instalarse como maestro del Colegio Nacional de San Juan de Trujillo. Desde entonces, estrecha sus vínculos con Antenor Orrego y Víctor Haya de la Torre.

En 1916, publica artículos en los diarios “La República” y “La Industria”. Publica el poema ALDEANA en la revista limeña “Balnearios”. En 1917 retorna a Lima, donde toma contacto con otros escritores, como Valdelomar, Eguren y Gonzáles Prada.

En 1919 publicó su primer poemario: Los Heraldos Negros, conteniendo, muestras de una constante en su obra: la solidaridad con los sufrimientos de los hombres, que se transforma en un grito de rebelión contra la sociedad, teniendo una recepción entusiasta. En 1920, es encarcelado injustamente por 112 días, al intentar mediar en un conflicto social, durante los cuales escribió su magistral obra: Trilce.

En noviembre de 1921, gana el concurso de Cuentos de Entre Nous, con Más allá de la vida y la muerte, permitiendo financiar con el premio, en 1923, la edición de Trilce, su libro de poemas escritos durante su estancia en la cárcel de Trujillo.

En 1923, tras publicar Escalas melografiadas y Fabla salvaje, marchó a París. Hasta 1924, vivió entre la miseria llegando a padecer hambre. Felizmente, pudo encontrar su primer trabajo estable en la agencia de prensa «Les Grands Journaux Ibéro-Américains» contribuyendo con sus artículos a los semanarios «Mundial» y «Variedades».

A su regreso de España en 1926, se alojó en el Hotel Richelieu de París. Fue aqui a través de la ventana de su habitación que conoció a una joven llamada Gorgette con la que obtuvo matrimonio. En 1928 visitó Moscú y conoció a Maiakovski, y en 1930 viajó a España, donde apareció la segunda edición de Trilce.

Sus últimos tres libros se realizaron durante su permanencia en Europa: «Nómina de Huesos» contiene 41 poemas y prosas; «Sermón de la Barbarie» de 51 poemas y «España aparta de mí este Cáliz» de 15 poemas.

En 1931 edita su novela Tungsteno y el cuento Paco Yunque, y un nuevo viaje a Rusia. En 1932 escribió la obra de teatro Lock-out y se afilió al Partido Comunista Español. Regresó a París, donde vivió en la clandestinidad, y tras estallar la guerra civil, reunió fondos para la causa republicana.

Murió en Paris el 15 de abril de 1938. Póstumamente aparecieron: Poemas humanos, España, aparta de mí este cáliz; Contra el secreto profesional; El arte y la revolución, entre otros.


Los mineros salieron de la mina

Los mineros salieron de la mina
remontando sus ruinas venideras,
fajaron su salud con estampidos
y, elaborando su función mental,
cerraron con sus voces
el socavón, en forma de síntoma
profundo

!Era de ver polvos corrosivos!
!Era de oír sus óxidos de altura!
Cuñas de boca,
yunques de boca,
aparatos de boca
!Es formidable!

El orden de los tumultos,
sus inducciones plásticas,
sus respuestas corales,
agolpáronse al pie de ígneos percances
y airente amarillura conocieron
los trístidos y tristes,
imbuidos del metal que se acabe,
del metaloide pálido y pequeño.

Craneados de labor,
y calzados de cuero de vizcacha
calzados de senderos infinitos,
y los ojos de físico llorar,
creadores de la profundidad,
saben, a cielo intermitente de escalera,
bajar mirando para arriba,
saben subir mirando para abajo.

!Loor al antiguo juego de la naturaleza,
a sus insomnes órganos,
a su saliva rústica!

!Temple, filo y punta, a sus pestañas!
!Crezcan la yerba, el liquen
y la rana en sus adverbios!

!Felpa de hierro
a sus nupciales sábanas!
!Mujeres hasta abajo, sus mujeres!
!Mucha felicidad para los suyos!

!Son algo portentoso,
los mineros remontando
sus ruinas venideras,
elaborando su función mental
y abriendo con sus voces
el socavón en forma
de síntoma profundo!

!Loor a su naturaleza amarillenta,
a su linterna mágica,
a sus cubos y rombos,
a sus percances plásticos,
a sus ojazos de seis nervios ópticos
y a sus hijos que juegan en la iglesia
y a sus tácitos padres infantiles!

!Salud,
oh creadores
de la profundidad!...



«Jamás, señor ministro de salud,
fue la salud más mortal,
... tanta inversión,
tan lejos y tanta sed de sed
!Ah! desgraciadamente, hombres humanos,
hay, hermanos, muchísimo que hacer»